La asociación en defensa del patrimonio Cilniana echa la vista atrás para rememorar sus 15 años de actividad.
NIEVES CASTRO- MARBELLA.
Patrimonio. En la llamada ‘era Gil’ el vocablo llegó a resultar molesto. El refranero popular dice que ‘En todas partes cuecen habas’ . Y no le falta la razón.
Pero resulta difícil encontrar una sola ciudad en toda la Costa del Sol con un patrimonio histórico tan impresionante y, al mismo tiempo, tan vilipendiado, tal y como ocurrió en Marbella durante aquellos años. Yacimientos, monumentos y entornos históricos y medioambientales de sumo valor pasaron a ser pasto del ladrillo sin que la sociedad civil o la administración levantaran la cabeza ni mucho menos la voz.
Corrían los primeros años de la década de los 90, cuando entre un grupo de historiadores saltó la chispa de la indignación. El Museo del Grabado abrió sus puertas para acoger una reunión casi ‘clandestina’ en la que se puso sobre la mesa cómo las ratas devoraban el archivo histórico. La actual presidenta del colectivo, Catalina Urbaneja, recuerda que la indiscreción de un periodista al revelar nombres y apellidos de quienes formaron parte de aquella cita dio al traste con aquel incipiente movimiento. «Muchos de ellos vieron peligrar sus puestos de trabajo», dice la historiadora. Pero, la semilla de lo que años más tarde sería Cilniana –constituida formalmente el 11 de abril de 1996– ya estaba plantada.
Las gotas que colmaron el vaso, e hicieron que este grupo de Quijotes con agallas saliera del letargo, guardan relación con la agresión a la colonia de El Ángel y los planes del entonces alcalde, Jesús Gil, para el Cortijo Miraflores. Unos intereses que pasaron desde convertir al histórico edificio en una galería de tiro para la Policía Local hasta relegarlo a simple centro comercial; de hecho, llegaron a existir conversaciones con unos grandes almacenes.
A Cilniana le tocó lidiar un toro fuerte. Convencidos de que no se puede valorar lo que no se conoce, pusieron en marcha las Jornadas sobre el Barrio de Miraflores en el colegio Los Olivos para explicar, entre otras cosas, la importancia del inmueble al que Gil había empezado a quitar las puertas y las ventanas. La repercusión fue enorme, pero al mismo ritmo que la asociación ganó simpatizantes también aumentó su nómina de detractores.
«El coste humano fue tremendo», asegura Francisco Moreno, primer presidente de Cilniana y posterior miembro de la comisión gestora que se constituyó tras la disolución del Ayuntamiento. «Me tocó bailar con el más feo», ironiza este socio fundador, quien trae a su memoria el rechazo social, los insultos y desplantes a la labor del colectivo durante la época en la que fue presidente, hasta 2001.
«Nos rodeamos de abogados y llegamos al juzgado en tres ocasiones: por la destrucción de la Fuente del Santo Cristo, por la agresión perpetrada en la Villa Romana y por la urbanización que se permitió en Nagüeles, una zona que estaba catalogada. Pero archivaban todo».
Antonio Rodríguez Feijóo, profesor de Geografía e Historia y cabeza visible de la asociación de 2004 a 2006, apunta que el problema con el que tradicionalmente se ha encontrado Cilniana ha sido «el vacío legal». Explica que ese es el motivo por el que el grupo ha emprendido desde el principio una intensa labor de concienciación social.
A juicio de lo que Moreno califica como ‘la gestapo de Gil’, «aquellos que te esperaban en una esquina para decirte esto o aquello», Cilniana era el diablo; poco menos que unos intoxicadores de la opinión pública. Por eso era importante crear un nombre, un movimiento social, a través de diferentes actividades.
Caña de azúcar
Esfuerzos que ha mantenido esta camarilla a lo largo de sus 15 años a través de concursos de fotografía y edición de catálogos; visitas a diferentes enclaves (Baños de la Hedionda, Canuto de la Sierra de la Utrera, Baelo Claudia -Bolonia, Cádiz-, etc.) o con la celebración de cinco jornadas sobre Patrimonio Histórico, la última se clausuró hace pocas semanas.
José Luis Casado, quien estuvo al frente de Cilniana entre 2001 y 2004, recuerda con especial emoción la visita que realizaron a Salobreña (Granada) para completar las cuartas jornadas sobre la caña de azúcar que se prepararon junto al Centro de Profesores de Marbella-Coín. «Fuimos unos privilegiados al asistir a la penúltima molienda con maquinaria de vapor. Ya no se fabrica así más azúcar de caña ni en Andalucía ni en España», apunta Casado.
Desde 1996 se organizaron una decena de exposiciones bajo el título ‘Imágenes de Marbella’. A través de fotografías antiguas, Cilniana quiso mostrar al público los antecedentes históricos del patrimonio local. Una batalla por sacar a flote testimonios de un pasado en blanco y negro para desmentir la imagen extendida de una ciudad sin más pasado que el marcado por el desarrollo turístico. Así, se realizaron muestras sobre ‘La fiesta’, ‘El turismo’, ‘La mar’, ‘El campo’, ‘La minería’ o sobre ‘Encuentro de celebridades (años 40-80)’. La primera de estas citas se celebró en la antigua Academia Gastronómica -hoy, restaurante Buenaventura- y giró sobre el ‘Casco Antiguo’.
El éxito que alcanzaron estas muestras no sería sino el preludio, según recuerda Casado, del cosechado por la exposición itinerante sobre los sistemas defensivos en la costa, que recorrió en 2003 los pueblos de la comarca, y la muestra ‘Aqua Nostra. Aqua de Todos’, que hizo lo propio años más tarde. Ambas iniciativas, que contaron con el patrocinio de Acosol, no hubieran sido posibles sin la colaboración de Antonio Serrano Lima, un profesor de educación física, amante de la fotografía y colaborador incansable de Cilniana. Fue precisamente Feijóo, quien, a pocos meses del fallecimiento de éste, propuso su nombramiento como socio de honor de Cilniana. Una distinción que Serrano Lima comparte con el arqueólogo Carlos Posac.
Grandes fracasos
Cilniana ha sabido compatibilizar estas actividades amables con la dura campaña a campo descubierto. Tremenda repercusión tuvieron los trabajos antiexpolio iniciados en 2000. Estos encuentros comprendían un programa muy amplio de acciones con visitas a los yacimientos arqueológicos para esparcir virutas de metal y así dificultar la labor de los detectores con los que los cazatesoros rondaban los enclaves. «Aunque resulte increíble, hubo que dejarlo porque tuvimos gran repercusión mediática y los cazatesoros iban detrás nuestra», recuerda Urbaneja.
Coincidiendo con las jornadas celebradas en 2002, Casado apunta que los hackers destruyeron la web de Cilniana, que precisamente había sido puesta en marcha ese mismo año.
La lucha sin cuartel de estos patrimonialistas para poner a salvo de las excavadoras a los yacimientos arqueológicos está trufada de dolorosos episodios. Moreno cuenta, henchido de dolor, el caso de Río Real. Uno de los socios descubrió paseando por el entorno un yacimiento fenicio, como era historiador elaboró un somero informe con el que Cilniana puso sobre aviso a la Delegación de Cultura. La Ley de Patrimonio Histórico de entonces obligaba al ciudadano a informar inmediatamente de los hallazgos, así que ante su sorpresa, el colectivo recibió una dura carta en la que se le advertía de que no tenía competencias en la materia y que se exponían a una multa millonaria. «Lo peor es que la Junta tardó ocho días en paralizar la obra. A ellos también habría que ponerles una sanción por la dilación», comenta indignado Moreno, para subrayar que apenas se salvó un diez por ciento del asentamiento. «A la Junta parece que le daba miedo venir a Marbella», sentencia el activista.
Urbaneja no lo duda y califica el hecho «como uno de lo grandes fracasos» de la asociación. No fue el único. Como recuerda Moreno a renglón seguido «hubo casos gravísimos». Los trabajos de construcción de la actual autopista dejaron al descubierto un nuevo yacimiento que venía a arrojar luz al pasado de Marbella y a los primeros asentamientos que registró la comarca: ‘Cerro Colorao’. Los restos, datados en el siglo IV antes de Cristo y ubicados a caballo entre Marbella y Benahavís, en la zona de La Quinta, vieron pasar las máquinas por encima. Un constructor había puesto sus ojos en el lugar, que toma su nombre del color rojizo de la tierra de la ladera. «La Junta ordenó al Ayuntamiento de Marbella que paralizara la obra, pero éste alegaba que no era término municipal. Cuando al séptimo día el requerimiento llegó a Benahavís, las palas ya habían acabado con el 95 por ciento del yacimiento», comenta Moreno. Lo poco que quedó forma parte hoy del catálogo de bienes protegidos, fruto de la labor incansables del grupo.
Reconocimiento
El trabajo de Cilniana ha sido reconocido públicamente con su inclusión en Hispania Nostra y también por el Gobierno autonómico como la asociación más importante en la defensa del patrimonio en Andalucía. Además ha conseguido convertirse en punto de encuentro para los historiadores locales y su revista -que ostenta su mismo nombre y cuya publicación rescató- ha sido incluida en el catálogo de publicaciones científicas.
Los miembros del colectivo reconocen que durante la etapa de la gestora, con Francisco Moreno en el área de Cultura, se dieron importantes pasos. Se impulsaron, entre otros hitos, el plan director del Castillo, el 1 por ciento Cultural para la Basílica de Vega del Mar y subvenciones para las bóvedas de las Termas Romanas de Guadalmina.
La normativa C1 para la protección y conservación del patrimonio del casco antiguo también fue obra de aquel equipo de transición.
Precisamente el centro histórico robó a Feijóo muchas horas de sueño durante los dos años en los que fue presidente. «Fue mi gran obsesión», dice el profesor. Durante su mandato hizo cuarenta denuncias sobre distintas tropelías cometidas en este espacio.
En teoría el casco antiguo debía permanecer a salvo de las piquetas mientras el tripartito elaboraba el Plan Especial de Protección del entorno, pero en la práctica «hacían las vista gorda. Nadie intervenía: ni la Junta ni el Ayuntamiento», asegura este experto. Una muestra más de desidia. El eterno problema contra el que estos Quijotes han tenido que luchar, a modo de molinos de viento, a lo largo de sus 15 años de historia.
LABOR
Solicitudes de declaración de BIC.:
1995: Ferrería de la Concepción. Reiterado en 2004.
2001: Casco Antiguo.
2002: Trapiche de Guadaiza.
2002: Trapiche del Prado en Marbella.
2002: Hospital de San Juan de Dios.
2002: Convento de la Trinidad.
2003: Declaración del Casco Antiguo de Marbella como Conjunto Histórico de Interés Cultural y su inscripción específica en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Pide la incoación de expediente administrativo como Monumento de Interés Cultural a los siguientes edificios:
Iglesia de Nuestra Señora de La Encarnación, Convento de la Santísima Trinidad, Iglesia del Santo Cristo, Hospital de San Juan de Dios, Fuente de la Plaza de los Naranjos, Ermita de Santiago, Casa del Corregidor y Antiguo Ayuntamiento.
Noticia: Diario Sur 24-4-2010