El Trapiche del Prado es un edificio situado al noreste de la ciudad de Marbella, este importante establecimiento industrial fue construido a mediados del siglo XVII.
La recia construcción de sus muros ha permitido que se mantenga en pie desafiando, no solo el paso del tiempo, sino las distintas etapas y vicisitudes ocurridas a lo largo de su historia, entre las que se encuentra, la incautación por la Inquisición para su explotación en arrendamiento.
La tecnología usada en este trapiche era propia de los molinos de rodillos verticales, tecnología escasamente aplicada en España, solo en las provincias de Málaga y Granada. Esta técnica permitía lograr una importante capacidad de molienda que superaba la totalidad de los molinos de la zona costera.
Ya en el siglo XVIII, la producción del trapiche sufrió una importante caída, esta reducción fue motivada básicamente por la competencia con las colonias americanas. Es posteriormente cuando aparece otros intentos por reactivar la actividad de la molienda de caña, sin que ello llegase a fructificar y permitiese el resurgir de épocas anteriores.
Es solo a principios del siglo XX y gracias a la iniciativa de D. Fernando Alvarez Acosta cuando el edificio es utilizado en una nueva actividad distinta a la que históricamente se había desarrollado, concretamente, la fabricación de vino y aguardiente, actividad que durará hasta mediados de siglo.
Ya en los años en el que se estableció el “gilismo” en nuestra ciudad y como dice nuestra amiga y colaboradora la Dra.Lucia Prieto en su artículo: Un olvido nada dulce en Marbella “Tras caer y renacer de sus ruinas sufrió la ignominia de ser convertido en cuadra, algo que no debió parecerle extraño a los que acostumbrados a manejarse con bolsas de basura vivían del lodazal de la política”.
La Asociación Cilniana, siempre preocupada por el patrimonio histórico ha solicitado al consistorio de nuestra ciudad en reiteradas ocasiones la limpieza y acondicionamiento de este edificio.
Peticiones que hasta hoy, no han tenido respuesta positiva y ante el creciente abandono y deterioro en el que se encuentra este elemento arquitectónico (que forma parte de la historia de la industria de nuestra ciudad), ha realizado las gestiones pertinentes para conseguir que este edificio del siglo XVII sea incorporado a la Lista Roja del Patrimonio Español.
Esperamos que las instituciones, tanto municipales como autonómicas sean receptivas a la necesidad que tiene Marbella, de no dejar adormecido el cuidado y mantenimiento de esos elementos de nuestro patrimonio histórico, ya que una ciudad que no vela por su patrimonio, está colaborando al olvido de su historia en las generaciones futuras.